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viernes, 24 de febrero de 2012

España post-crisis:

Bienvenidos al declive de la clase media

El recientemente publicado informe de la Fundación FOESSA “Exclusión y Desarrollo Social: Análisis y Perspectivas 2012” pone cifras a algo que ya todos intuíamos: durante los últimos años la pobreza en España ha aumentado dramáticamente, en extensión y en intensidad. Aumenta la pobreza y aumenta la exclusión social, reforzada fuertemente por la paulatina pérdida de derechos sociales básicos.

Ante una situación de crisis, estos datos eran esperables. Lo sorprendente es, tal como el informe pone de relieve, la magnitud de dichos datos; la tasa de pobreza en España se eleva ya al 21.8%, la tercera más alta de la Unión Europea! El umbral de la pobreza bajó de 8.000 euros en el 2009 a 7.800, tan solo un año después, y la exclusión social afecta ya a un cuarto de la población. En menos de una década se están literalmente destrozando los avances sociales alcanzados a lo largo de la democracia!

Sumando a la cifras de pobreza las de ingresos y desigualdad, la situación pasa de realmente triste a decepcionante y frustrante. En España no solo hay más pobres que lo son cada vez más, además, en términos agregados, cerca del 10% de nuestra renta disponible real se ha esfumando en tan solo 3 años!!! Pero eso si, el número de ricos aumenta y lo son cada vez más!!! La distancia entre la renta correspondiente al 20% más rico y al 20% más pobre pasó de 5.3 a 6.9 en esos mismos tres años; el mayor aumento registrado en toda la UE y quintuplicando el aumento de la media de la UE-15! 

Ahora bien, hasta aquí consecuencias nefastas de la crisis. Pero lo más relevante del tema, y que el informe no enfatiza, es que los incrementos tan drásticos de la desigualdad son a su vez causantes de que no salgamos de las crisis, no solo consecuencia de la misma! En particular, referente al empleo (siendo España el país con la mayor tasa de desempleo de toda la UE, ascendiendo ya casi al 25%), la alta desigualdad está dificultando los ajustes necesarios del mercado laboral. No solo por la rigidez institucional del mismo, sino porque cuando la distribución del ingreso es desigual, los mercados de trabajo tienden a ser cada vez segmentados, situación constante en España en este siglo. Por un lado se dan puestos bien pagados y estables y por otro abundan los mal pagados y precarios (les suena?). Mercados segmentados dificultan en extremo la flexibilidad laboral y dinamitan la demanda efectiva, ambas cosas muy necesarias para salir de la crisis.

Los salarios han de bajar; tal es el argumento detrás de la actual política económica en materia laboral para reducir el desempleo y reactivar la economía española. Pero no olvidemos que en España los salarios son ya mucho más bajos que en el resto de Europa occidental y que además el grado de polarización en el mercado laboral español, como los datos reflejan, ha sido mayor que el de nuestros socios europeos. El modelo de crecimiento español, impulsado por sectores económicos de estructura salarial desigual (la construcción y el turismo), permitió la polarización y el posterior crecimiento de la desigualdad. Los salarios más bajos (los que precisamente se supone que tienen que bajar) son hoy en día ya muy bajos! Los trabajadores no están dispuestos a aceptar más ajustes a la baja. Echad un vistazo a los recientes conflictos sociales en toda España. Salarios significativamente más bajos de los trabajadores poco cualificados en España en comparación al resto de eurozona, hacen de los ajustes salariales a la baja mucho más difíciles de digerir. Bajo similares características institucionales, un nivel inferior de la distribución del ingreso en España, asociado a un mercado laboral menos polarizado, facilitaría la recuperación mediante un margen mayor de flexibilidad salarial más llevadera: con menor desempleo, menor exclusión y conflicto social y mayor respeto de los derechos sociales básicos.

Tanto si queremos que la crisis tenga menor repercusión social y menor sufrimiento, como si queremos que la recuperación económica sea más rápida y estable, resulta fundamental que prestemos mayor atención, y destinemos mayores recursos, a controlar pobreza y frenar la creciente desigualdad que amenaza nuestra misma cohesión social y bienestar futuro.